APORTACIONES

Jornada VII
APORTACIONES
El sistema de las aportaciones es sencillo y efectivo. Durante una temporada, se van metiendo en una carpeta los textos que los participantes llevan al taller y que generosamente entregan a la colectividad para su posterior uso. Las aportaciones son pequeños textos, ideas, apuntes de carácter narrativo o no narrativo, reflexiones, datos concretos, que el participante considera de interés. Cuando llega la hora de la cosecha, se extraen algunas de esas aportaciones para elaborar textos a partir de ellas. La idea es semejante a la de formar un compost, que propone Natalie Goldberg, o al sistema utilizado por Italo Calvino para la elaboración de alguno de sus libros, como “Las ciudades invisibles”. Siguiendo sus huellas, proponemos abrir diferentes carpetas en las que clasificar y guardar los textos que generosamente aportarán los participantes: personajes; situaciones, sucesos; paisajes, lugares; los cinco sentidos; o las cuatro estaciones.
Aportaciones: flujo de ideas, fluir del agua, caudales que se juntan para formar un río mayor. La creatividad tiene una fuerte relación con los estados que numerosos autores han coincidido en llamar “fluir” del pensamiento. Este fluir del pensamiento es una situación propicia para la creatividad, deseable, que se puede descomponer en dos factores: ausencia del juicio previo coercitivo, y capacidad de aceptación de las sugerencias de los demás.
Marco. Este sistema puede servir de soporte a los ejercicios de todo un curso. El trabajo se puede desarrollar de varias formas, podemos concentrarnos todos los asistentes sobre un apartado para hacer un trabajo temático, o utilizar todos las mismas aportaciones, tres, por ejemplo, extraídas al azar de varios apartados. Es curioso y gratificante que, con unos textos idénticos de partida, se puedan producir resultados muy diferentes.
La heurística fundamental es la de plagio consentido y aceptado por las dos partes. Vivimos en una sociedad extraña en la que, por un lado, existe un tremendo volumen de pirateo, de apropiación indebida, de copia, de falta de respeto al trabajo creativo de los demás; y, por otro, una mitificación excesiva de la originalidad, de la necesidad de no tener influencias de nadie, de no copiar nada. La idea es sencilla: no hay que coger aquello que no nos dan, y dar más y saber aceptar y utilizar lo que generosamente nos ofrecen.
El trabajo con el sistema de las aportaciones no es excluyente. En algunos ejercicios se puede abrir la posibilidad de practicar cualquier otra condición suplementaria, como utilizar el flujo de conciencia, el narrador en segunda persona, la visibilidad, la no asertividad, o la mezcla de narradores, temas que pueden estarse tratando simultáneamente en el taller.
Se debe valorar en ellos la cantidad e intensidad del trabajo, la divergencia respecto a la obviedad, y aquellos temas que pertenezcan al espectro de lo propuesto. A ser posible sólo en sus vertientes positivas, destacando los aciertos. Las críticas negativas, mínimas, deben hacer referencia a generalidades, nunca ser personales y públicas. El conductor del taller, como siempre, debe realizar también el ejercicio, a partir de las condiciones propuestas en el desarrollo de la sesión y de los textos extraídos al azar por uno de los participantes.


Para esta ocasión, se han sacado tres aportaciones de tres sobres: personajes, paisajes y situaciones. El personaje, un escritor recién premiado que no soporta a los medios. El paisaje, la península de Istria. Y la situación, una navegante solitaria. Se pueden utilizar las tres aportaciones, dos, una o ninguna.
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HUIDA

Luis hace la maleta, lo último que metería sería esa estatuilla que ha cambiado su vida. No sabe muy bien que meter, ropa de invierno, de verano, aún no conoce su destino. En el aeropuerto, ve que todavía puede embarcar destino Croacia, no conoce mucho sobre ese lugar, pero no lo duda, se embarca.
En el avión pasa desapercibido, nadie lo reconoce, es un alivio. Al llegar, solo necesita un café y un periódico. Tranquilamente traza un plan, buscaría donde alojarse, algo provisional hasta poner en orden sus confusos sentimientos. Encuentra un hotelito con encanto en la península de Istria, le costará llegar unas horas pero tiene un presentimiento: esa es su oportunidad.
Desde la ventana de su habitación contempla el mercado con los toldos rayados, las vendedoras de esponjas, los marineros en la taberna y los perros tumbados a la sombra, y se siente en casa. (Patricia Jato)

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EL NAVEGANTE

Harto de una popularidad no deseada, el escritor se hizo a la mar. Quizá el silencioso océano fuera capaz de devolverle la identidad perdida. Necesitaba reencontrarse, volver a desear, volver a sentir, sin que nadie dirigiese su vida.
Las cosas eran mucho más fáciles en el espacio reducido del velero: podía examinar la cubierta de un vistazo, podía escrutar el horizonte sin obstáculos intermedios, y, lo mejor de todo, controlaba el timón.
No añoraba la compañía de nadie, es más, la certeza de la soledad total le producía una profunda satisfacción. Por eso, el día en que observó un bulto que se agitaba en el agua sintió cierto grado de contrariedad al descubrir que se trataba de una persona. No dudó en acercarse y socorrerla. Pronto comprobó con alivio que su náufrago era un buen conversador y que no tenía ni idea de quién era él. (Soraya Puertas)
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ISTRIA

Hoy se ha celebrado, en la ciudad condal, el premio Planeta. Dicho premio ha sido otorgado a la novela "Istria", presentada bajo el pseudónimo de J. Pez, que corresponde al periodista y escritor Juan José Millás. Este valenciano de verbo fácil e incisivo, crítico con la sociedad de nuestro tiempo, no deja títere con cabeza: le da igual hablar de "Bankia", los "indignados", del "juez de jueces", que escribir un artículo sobre Japón.
Inesperadamente, después de muchas novelas publicadas, le conceden uno de los más reconocidos y valorados premios de literatura, lo recoge, da las gracias, y pretende volver a su querida y plácida vida. Pero, no vale, el mecanismo de los "medios" se ha puesto en marcha, dispuesto a llenar espacios y programas con un nuevo personaje listo para su disección. Pseudoperiodistas lo cercan desde todos los frentes, recabando datos verdaderos o falsos.
-¿Cuando pensó que podía ser escritor?
-Jamás pensé que viviría de escribir, escribir para mí era un sueño, no estaba en un proyecto.
-Usted, siempre dice que escribir le ayuda a "curar heridas".
-Sí, así es, recupero un universo particular de la infancia
-En sus novelas siempre hay una tensión entre ficción y realidad, ¿en ésta también?
- Sí, a veces uno no está cómodo en la realidad, los sueños también son reales, la imaginación forma parte de la realidad.
-¿Puede uno conocer una calle y conocer el mundo?
-Nos educan de tal modo que sólo vemos lo físico. La peseta encontrada en la arena de la playa, puede ser un gran tesoro.
-¿Qué piensa J.J. Millás del Premio Planeta, cree que es comercial…?
-Coloca al libro en una órbita que llega a todas partes.
-Cuándo escribe una novela, ¿le gusta tener cerrada la historia?
-Cuando empiezo a escribir no tengo ni idea de lo que va a ocurrir, es mejor escribir una idea haciendo un esqueleto y luego ir rellenando, pero yo, nunca sé qué va a pasar en el capítulo siguiente. Sin embargo, cuando algo me obsesiona, hay un significado que me concierne y es entonces cuando puedo escribir. Si no tengo una idea, no puedo empezar, por eso tengo temporadas de sequía.
-¿De dónde le sale la inspiración para escribir?
-Del trabajo, la disciplina..., es ir a la obra a poner el ladrillo.

Él se va replegando un poco más, quiere alejarse del murmullo de los flashes y los focos... Y una voz en la sala de prensa, nos invita al silencio para que se pueda oír el prólogo de su novela...

Península de Istria, en Croacia. El mercado, cubierto con toldos a rayas, con las verduras y las flores. Una tienda donde venden esponjas que están lavando en la calle. En la taberna, los marineros y los comerciantes toman vino blanco sentados en bancos de la calle. Uno de los lados del mercado da al puerto, en él hay pequeñas barcas. En una de ellas, un marinero ve en el agua algo que se agita...” (Sara Soto)
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Hemingway y el mar

Hemingway y el mar. Vaya tontería. Si hubiera que tener todas las experiencias que describes en tus novelas tendrías que morir muchas veces. Como no cambie el viento para que la deriva me lleve hacia la ruta de Malta, empieza a haber una probabilidad alta de que esta experiencia no acabe en novela. Los jirones de luz tras los nubarrones. Qué poético. Si no fuera porque la tormenta eléctrica se ha cargado todo el equipo. El sueño, estos malditos ataques de sueño. Debía haber virado a tiempo, lo sabía, pero no desperté. He pasado de ser un naufrago interior a se un náufrago real. ¿Y desaparecer sin dejar rastro, después de haber recogido el premio? Qué literario. Queda agua y comida, incluso fabada, para una buena temporada. La fabada fría debe ser horrible. (Gabriel)